El
Desafío de la Existencia
En el vértice del tiempo me hallo, contemplando,
desafiando el vacío de mundos silenciosos,
donde las estrellas murmuran secretos,
y el cosmos entreteje su tela en mi mente.
"Estoy vivo", susurro, más que una confesión,
un grito rebelde en la noche eterna.
No
soy mero eco de pasadas eras,
ni sombra fugaz en la historia terrestre.
Soy fuego que arde, que todo lo quema,
en el altar de la vida, perpetua hoguera.
Mi aliento es tormenta, mi voz, trueno fiero,
en el vasto silencio, mi ser es primero.
¿Quién
osa decir que no soy la esencia?
¿Quién duda de mi férreo, ardiente presencia?
En cada pulsar de mi corazón guerrero,
el universo entero se pliega a mi deseo.
Soy dueño del tiempo, señor de mi destino,
un dios en mi reino, en mi mundo divino.
Mirad
cómo rompo las cadenas del hado,
cómo pinto de sueños el cielo nublado.
Soy tempestad y calma, soy risa y llanto,
en cada suspiro, un nuevo encanto.
La vida, mi escenario; el mundo, mi lienzo,
pinto con sangre y lágrimas mi empeño.
No
hay rincón en la tierra que no conozca mi paso,
ni susurro del viento que escape a mi abrazo.
En cada grano de arena, mi historia inscrita,
en cada ola del mar, mi alma infinita.
Soy el susurro y el grito, el alba y el ocaso,
el eterno viajero, en cada paso un raso.
En
el rostro de los montes, mi fuerza se refleja,
en el murmullo de los ríos, mi espíritu festeja.
Soy el águila en vuelo, el león en su caza,
el lobo en la noche, la serpiente que abraza.
La naturaleza es mi templo, mi altar sagrado,
en ella, mi esencia, perpetuamente consagrado.
Más,
¿qué sería de mí sin el fuego del desafío?
Sin la lucha constante, el perpetuo albedrío.
No soy un mero espectador en este juego divino,
soy el jugador, el destino, el camino.
En cada batalla, mi ser se define,
en cada victoria, mi espíritu afine.
No
temo a la muerte, ni al olvido tembloroso,
mi vida es un canto, fuerte, victorioso.
En el tapiz del tiempo, mi hilo es dorado,
en el libro del cosmos, mi nombre, destacado.
Soy el héroe de mi leyenda, el arquitecto de mi historia,
el forjador de mi gloria, el creador de mi memoria.
Así
me alzo, desafío, ante el firmamento,
mi voz, un trueno, mi mirada, un tormento.
No hay dios ni demonio que domine mi ser,
soy el amo de mi destino, mi propio poder.
En este universo vasto, mi voluntad impera,
en el caos y el orden, mi espíritu se espera.
¿Quién
osaría cuestionar mi existencia majestuosa?
Soy la tempestad furiosa, la rosa preciosa.
En cada partícula del ser, mi energía resuena,
soy el alfa y el omega, la causa y la escena.
En este teatro de la vida, mi papel es central,
soy el actor principal, en este drama sin final.
Cada
latido mío es un decreto,
cada pensamiento mío, un secreto.
Soy el maestro de mi mente, el guardián de mi alma,
en mi reino interior, mi espíritu se calma.
Mi voluntad es ley, mi palabra, el oráculo,
en mi universo, soy el único espectáculo.
Así,
en este baile de existencia vibrante,
me muevo con gracia, poderoso, elegante.
En cada giro del destino, mi huella queda marcada,
en cada amanecer, mi visión es aclamada.
Soy el poeta de mi vida, el pintor de mi jornada,
en cada verso, en cada pincelada, mi esencia es inmortalizada.
Este es mi canto, mi desafío al cielo,
mi esencia, un fuego, mi espíritu, un vuelo.
"Estoy vivo", más que palabras, una proclama,
una verdad que en el universo se derrama.
Soy un ser de luz y sombra, de fuerza y pasión,
en el gran teatro de la vida, soy la única canción.
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