12/01/23

El ACTO DE ENSEÑAR

 El acto de enseñar, esa gloriosa y a menudo infravalorada profesión, es como intentar juntar agua con las manos; por más que lo intentes, siempre se escapa algo entre los dedos. Imagínate a un grupo de pequeños seres curiosos, con sus ojos brillantes y mentes hambrientas, listos para devorar cada palabra que sale de la boca del maestro. Pero, oh sorpresa, tan pronto como comienza la lección, se desata una cacofonía de bostezos, miradas perdidas y el ocasional "¿esto estará en el examen?".

Los profesores, esos heroicos domadores de la atención dispersa, se embarcan cada día en una odisea. Empiezan con un plan, un hermoso y detallado plan, pero pronto se dan cuenta de que enseñar es como bailar tango con un pulpo: por cada paso que das, hay ocho tentáculos de distracción listos para desviarte. Ah, y no olvidemos de la tecnología, ese doble filo. Mientras intentan integrar lo último en herramientas educativas, los estudiantes están más interesados en el último meme viral que en las maravillas de las matemáticas o los enigmas de la historia.

Y hablemos de los padres, esos eternos optimistas que creen que su pequeño Johnny o Sally es un genio incomprendido. "Mi hijo no puede sacar una C, debe ser un error", dicen, ignorando el hecho de que Johnny pasó el semestre dibujando doodles en lugar de prestar atención a las lecciones sobre Shakespeare. Pero, claro, es más fácil culpar al maestro que admitir que tal vez, solo tal vez, Johnny necesita un poco más de disciplina en casa.

Además, está el eterno dilema de la originalidad en las tareas. Cada año, los profesores se enfrentan a un desfile de trabajos "únicos" que son sospechosamente similares a los primeros resultados de Google. "Oh, ¿otro ensayo sobre la importancia de la fotosíntesis que suena exactamente igual al de Wikipedia? Qué coincidencia". Pero, bueno, al menos están aprendiendo a investigar en línea, ¿verdad?

Y qué decir de las reuniones de profesores. Esas maratónicas sesiones donde se discute todo, desde el nuevo plan de estudios hasta el color de las cortinas en la sala de profesores. Ahí, los docentes se convierten en filósofos, debatiendo apasionadamente sobre si es mejor evaluar con exámenes o trabajos, mientras en el fondo, todos saben que lo que realmente importa es si los estudiantes están aprendiendo algo útil para la vida.

En el aula, los maestros se transforman en actores, intentando mantener el interés de una audiencia que preferiría estar en cualquier otro lugar. Usan disfraces, voz dramática, y hasta magia si es necesario. "¿Y si hago aparecer un conejo mientras explico la teoría de la relatividad? Eso seguro que los mantendrá despiertos". Pero incluso con todo este esfuerzo, siempre hay alguien en la última fila durmiendo profundamente.

Luego están los exámenes, esa herramienta de tortura ancestral disfrazada de evaluación. Los estudiantes sudan y se retuercen mientras intentan recordar qué decía exactamente el libro sobre la Revolución Francesa. Y el profesor, por su parte, se pregunta si realmente está evaluando el conocimiento o simplemente la capacidad de memorizar datos irrelevantes.

Pero a pesar de todo, los profesores siguen adelante, armados con una paciencia sobrehumana y una fe inquebrantable en el poder de la educación. Saben que, en el fondo, están moldeando el futuro, un estudiante a la vez. Y aunque a menudo se sientan como Sísifo, empujando eternamente esa roca montaña arriba, también tienen momentos de pura alegría cuando ven a un estudiante finalmente "entenderlo".

Así que la próxima vez que veas a un profesor, recuerda que están realizando una de las tareas más difíciles, importantes y, a menudo, hilarantes del mundo. Están intentando llenar jóvenes mentes con conocimiento, en un mundo donde la atención es el recurso más escaso. Y aunque el acto de enseñar pueda parecer a veces una comedia de errores, es, sin duda, una de las formas más nobles de arte. Porque, al final del día, enseñar no es solo impartir conocimiento, es inspirar, desafiar y transformar. Y eso, mis amigos, es algo digno de admiración y respeto.

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