6/27/25

Sociología de los Problemas Públicos en América Latina

 Título: Sociología de los Problemas Públicos en América Latina
La presente disertación aborda de forma crítica y profunda la constitución, producción y circulación de los problemas públicos en América Latina. En un continente marcado por la desigualdad estructural, la violencia simbólica y material, y la precarización del lazo social, este artículo analiza cómo ciertos malestares colectivos logran emerger en la escena pública como “problemas” legítimos mientras otros permanecen soterrados, silenciados o criminalizados. Desde una perspectiva sociológica crítica, se revisan las dinámicas de visibilización, los agentes de enunciación, las estructuras de poder que median la transformación del sufrimiento en cuestión pública, y los dispositivos institucionales que regulan su tratamiento. A través del análisis de casos paradigmáticos —como la pobreza, el feminicidio, la crisis ambiental o la migración forzada— se cuestiona la neutralidad del discurso público y se propone una sociología insurgente de los problemas públicos que recupere la voz de los “nadie” de la región.


  1. El feminicidio: Si bien ha logrado posicionarse en muchas agendas estatales gracias a las luchas feministas, su tratamiento sigue siendo insuficiente y selectivo. Hay una banalización del término, una judicialización sin prevención y una falta estructural de políticas de género en las regiones rurales e indígenas. El feminicidio es, además, una expresión extrema de un problema más profundo: el orden patriarcal que estructura la vida pública y privada.
  1. La migración forzada: Los éxodos masivos desde Venezuela, Haití, Honduras o Colombia son tratados como “crisis humanitarias” pero rara vez como problemas políticos estructurales. Se invisibilizan las causas: intervención extranjera, colapso institucional, extractivismo, paramilitarismo. La migración forzada no se resuelve con albergues: requiere desmontar los dispositivos de expulsión, tanto internos como externos.
  1. La pobreza urbana: Históricamente tratada como un problema técnico o económico, se ha despolitizado su análisis. La pobreza no es falta de recursos, sino resultado de decisiones políticas sostenidas que benefician a las élites económicas. Su conversión en problema público implica repensar el modelo de ciudad, el régimen de propiedad, el acceso al trabajo y el papel del Estado en la redistribución.
  1. La crisis ambiental: En muchas regiones, los impactos del extractivismo (minería, petróleo, deforestación) no son asumidos como problemas públicos sino como “externalidades” del desarrollo. Esta lógica silencia las voces de las comunidades que defienden el agua, los bosques y la biodiversidad, y criminaliza a los líderes ambientales. La lucha ecológica debe ser también una lucha por la democratización de los problemas públicos.

Subtítulo: Del Conflicto Invisibilizado al Debate Colectivo: Anatomía Política y Epistemológica de lo Público en una Región Herida

Autor: César Augusto Cortés Arias

Resumen

I. Introducción: Nombrar el Dolor Social en un Continente Fragmentado

América Latina es, en muchas de sus expresiones históricas y contemporáneas, un continente en tensión. Esa tensión se manifiesta como violencia estatal, como exclusión económica, como despojo cultural, como deslegitimación de saberes ancestrales y como muerte simbólica de los sectores populares. Sin embargo, no todos estos dolores colectivos alcanzan el estatus de “problema público”. La pregunta clave que guía esta reflexión es entonces: ¿quién define qué constituye un problema público en América Latina y bajo qué condiciones de poder y legitimidad se produce esta definición?

La sociología de los problemas públicos se ha constituido como un campo fecundo para interrogar la génesis, el tratamiento y la institucionalización del sufrimiento colectivo en clave política. Pero en el contexto latinoamericano, donde coexisten democracias frágiles, sistemas mediáticos colonizados, élites políticas indiferentes y movimientos sociales insurgentes, la producción de lo público no puede leerse bajo claves funcionalistas o positivistas. Es necesario recuperar una epistemología crítica, descolonizadora y situada que permita repensar el estatuto de lo público como arena conflictiva, excluyente y profundamente asimétrica.

II. ¿Qué es un Problema Público? Entre la Experiencia Vivida y la Reconstrucción Política

Un problema público no es simplemente una condición objetiva o un hecho estadístico. No es el número de pobres, de feminicidios o de desplazados el que por sí solo genera una respuesta social o estatal. Lo que convierte un malestar en problema público es su nombramiento, su formulación discursiva y su colocación en la agenda institucional. En palabras de Gusfield (1981), los problemas públicos son “cuestiones de propiedad simbólica”, es decir, disputas sobre quién puede hablar de qué, cómo y con qué autoridad.

La sociología de los problemas públicos reconoce que todo problema social pasa por un proceso de construcción narrativa. No es solo que exista el hambre: es necesario que actores colectivos denuncien, visibilicen, organicen, elaboren discursos, movilicen emociones, generen marcos interpretativos, irrumpan en la escena pública y logren posicionar ese hambre como inaceptable, evitable y urgente. Es en ese proceso de construcción que intervienen el poder político, el campo mediático, las organizaciones sociales, el derecho y la cultura.

En América Latina, este proceso está profundamente marcado por relaciones coloniales, raciales y de clase que condicionan qué dolores merecen ser escuchados. La pobreza en los barrios altos es un drama; en las favelas, es paisaje. El feminicidio en las clases medias convoca campañas nacionales; el asesinato de una mujer indígena no genera siquiera una nota de prensa. Este diferencial de reconocimiento es una clave estructural de la sociología de los problemas públicos en la región.

III. Los Mediadores del Dolor: Intelectuales, Prensa, Organizaciones y Estado

Los problemas públicos no surgen de forma espontánea. Requieren mediadores: actores individuales y colectivos que logran articular una experiencia de injusticia en una narrativa con potencial político. En este sentido, el papel de los movimientos sociales ha sido crucial en América Latina. El zapatismo, los feminismos comunitarios, las luchas por el territorio de los pueblos indígenas y afrodescendientes, las mareas estudiantiles, las plataformas contra los agrotóxicos: todas estas formas de acción colectiva han sido laboratorios de producción de problemas públicos desde abajo.

Pero no todos los mediadores operan con el mismo horizonte ético. En muchas ocasiones, son los medios de comunicación tradicionales y las elites políticas quienes definen qué merece la atención pública, y lo hacen desde marcos ideológicos profundamente conservadores o neoliberales. Así, se construyen “problemas” que en realidad son mecanismos de criminalización de la pobreza (como la “inseguridad”), de persecución de la protesta (como la “alteración del orden público”), o de disciplinamiento moral (como la “crisis de valores”). Esta arquitectura discursiva no solo silencia problemas reales, sino que construye problemas falsos para justificar el control social.

El Estado, por su parte, funciona como un aparato selectivo. Responde a ciertos problemas, ignora otros, e incluso co-produce el sufrimiento que luego patologiza o criminaliza. La sociología de los problemas públicos debe analizar el Estado no como un actor neutral que responde a las demandas ciudadanas, sino como un dispositivo de poder que jerarquiza vidas, selecciona dolores y regula su visibilidad y su tratamiento.

IV. Estudios de Caso: Problemas Públicos Emergentes y Silenciados en América Latina

V. Problemas Públicos vs. Problemas de los Nadie: ¿Quién Tiene Derecho a la Indignación?

Una de las tesis centrales de este artículo es que la visibilidad de los problemas públicos en América Latina está mediada por relaciones de poder coloniales y clasistas que producen una geografía moral del sufrimiento. Algunas vidas son audibles; otras son ruidos molestos. Algunos problemas generan indignación; otros generan indiferencia.

Esto nos obliga a repensar la categoría misma de “problema público” como un campo de disputa, no solo de significados, sino de derechos epistémicos y políticos. No todo problema público es nombrado por quienes lo padecen; muchas veces, los problemas de los poderosos son impuestos como si fueran universales, mientras que los problemas de los marginados son tratados como “particulares”, “culturales” o “irrelevantes”.

Frente a esta dinámica, la sociología latinoamericana debe ejercer una tarea doble: desenmascarar los mecanismos de silenciamiento y amplificar las voces que no tienen cabida en el espacio institucionalizado de lo público. Se trata de una sociología insurgente que no describe el mundo tal como lo ordenan las élites, sino que lo interrumpe desde la experiencia popular.

VI. Hacia una Sociología Crítica y Descolonizadora de los Problemas Públicos

El campo de los problemas públicos no puede limitarse a las metodologías clásicas de análisis de agenda, encuadre mediático o gestión estatal. Requiere una descolonización epistemológica que permita recuperar otras formas de problematizar, denunciar y visibilizar. Las comunidades indígenas, los movimientos campesinos, las juventudes urbanas, los feminismos populares están desarrollando formas propias de hacer público su dolor, sin pedir permiso a las instituciones.

Esta sociología debe rechazar el paradigma tecnocrático que convierte todo en cuestión de “eficiencia”, “riesgo” o “gobernanza”. En su lugar, debe recuperar la dimensión política, moral y afectiva del sufrimiento social, entendiendo que todo problema público es también una disputa por la dignidad, por el reconocimiento y por el sentido.

Asimismo, debe asumir que la neutralidad no es posible. Tomar posición frente a qué vidas importan, qué dolores merecen atención, qué narrativas se legitiman y cuáles se excluyen, es una tarea ético-política central del trabajo sociológico.

Conclusión: De la Sociología del Dolor a la Acción Pública Emancipadora

América Latina no carece de problemas públicos: lo que falta es una estructura justa de reconocimiento, una distribución democrática de la indignación, y una voluntad colectiva de transformación. En un continente donde los cuerpos son desechables, las palabras son vigiladas y las agendas están cooptadas, la sociología de los problemas públicos debe asumir un papel radical: ser la voz de los que no tienen voz, el eco de las luchas silenciadas y el espejo roto de las verdades oficiales.

No basta con describir los problemas. Hay que encarnarlos, habitarlos, incomodarlos. Solo así, desde una sociología crítica, insurgente y situada, los problemas públicos dejarán de ser solo objetos de análisis y se convertirán en vehículos de justicia, dignidad y emancipación popular.

Palabras clave: problemas públicos, América Latina, sociología crítica, visibilidad, movimientos sociales, epistemología del sur, descolonización, poder simbólico, agendas públicas, violencia estructural.

 

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