Título: Sociología de los Problemas Públicos en
América Latina
La presente disertación aborda de forma crítica y profunda la constitución,
producción y circulación de los problemas públicos en América Latina. En un
continente marcado por la desigualdad estructural, la violencia simbólica y
material, y la precarización del lazo social, este artículo analiza cómo
ciertos malestares colectivos logran emerger en la escena pública como
“problemas” legítimos mientras otros permanecen soterrados, silenciados o
criminalizados. Desde una perspectiva sociológica crítica, se revisan las
dinámicas de visibilización, los agentes de enunciación, las estructuras de
poder que median la transformación del sufrimiento en cuestión pública, y los
dispositivos institucionales que regulan su tratamiento. A través del análisis
de casos paradigmáticos —como la pobreza, el feminicidio, la crisis ambiental o
la migración forzada— se cuestiona la neutralidad del discurso público y se
propone una sociología insurgente de los problemas públicos que recupere la voz
de los “nadie” de la región.
- El feminicidio: Si bien ha logrado posicionarse en muchas agendas estatales gracias a las luchas feministas, su tratamiento sigue siendo insuficiente y selectivo. Hay una banalización del término, una judicialización sin prevención y una falta estructural de políticas de género en las regiones rurales e indígenas. El feminicidio es, además, una expresión extrema de un problema más profundo: el orden patriarcal que estructura la vida pública y privada.
- La migración forzada: Los éxodos masivos desde Venezuela, Haití, Honduras o Colombia son tratados como “crisis humanitarias” pero rara vez como problemas políticos estructurales. Se invisibilizan las causas: intervención extranjera, colapso institucional, extractivismo, paramilitarismo. La migración forzada no se resuelve con albergues: requiere desmontar los dispositivos de expulsión, tanto internos como externos.
- La pobreza urbana: Históricamente tratada como un problema técnico o económico, se ha despolitizado su análisis. La pobreza no es falta de recursos, sino resultado de decisiones políticas sostenidas que benefician a las élites económicas. Su conversión en problema público implica repensar el modelo de ciudad, el régimen de propiedad, el acceso al trabajo y el papel del Estado en la redistribución.
- La crisis ambiental: En muchas regiones, los impactos del extractivismo (minería, petróleo, deforestación) no son asumidos como problemas públicos sino como “externalidades” del desarrollo. Esta lógica silencia las voces de las comunidades que defienden el agua, los bosques y la biodiversidad, y criminaliza a los líderes ambientales. La lucha ecológica debe ser también una lucha por la democratización de los problemas públicos.
Subtítulo: Del Conflicto Invisibilizado al Debate Colectivo: Anatomía
Política y Epistemológica de lo Público en una Región Herida
Autor: César Augusto Cortés Arias
Resumen
I. Introducción: Nombrar el Dolor Social en un
Continente Fragmentado
América Latina es, en muchas de sus
expresiones históricas y contemporáneas, un continente en tensión. Esa tensión
se manifiesta como violencia estatal, como exclusión económica, como despojo
cultural, como deslegitimación de saberes ancestrales y como muerte simbólica
de los sectores populares. Sin embargo, no todos estos dolores colectivos
alcanzan el estatus de “problema público”. La pregunta clave que guía esta
reflexión es entonces: ¿quién define qué constituye un problema público en
América Latina y bajo qué condiciones de poder y legitimidad se produce esta
definición?
La sociología de los problemas públicos se ha
constituido como un campo fecundo para interrogar la génesis, el tratamiento y
la institucionalización del sufrimiento colectivo en clave política. Pero en el
contexto latinoamericano, donde coexisten democracias frágiles, sistemas
mediáticos colonizados, élites políticas indiferentes y movimientos sociales
insurgentes, la producción de lo público no puede leerse bajo claves
funcionalistas o positivistas. Es necesario recuperar una epistemología
crítica, descolonizadora y situada que permita repensar el estatuto de lo
público como arena conflictiva, excluyente y profundamente asimétrica.
II. ¿Qué es un Problema Público? Entre la
Experiencia Vivida y la Reconstrucción Política
Un problema público no es simplemente una
condición objetiva o un hecho estadístico. No es el número de pobres, de
feminicidios o de desplazados el que por sí solo genera una respuesta social o
estatal. Lo que convierte un malestar en problema público es su nombramiento,
su formulación discursiva y su colocación en la agenda institucional. En
palabras de Gusfield (1981), los problemas públicos son “cuestiones de
propiedad simbólica”, es decir, disputas sobre quién puede hablar de qué, cómo
y con qué autoridad.
La sociología de los problemas públicos
reconoce que todo problema social pasa por un proceso de construcción narrativa.
No es solo que exista el hambre: es necesario que actores colectivos denuncien,
visibilicen, organicen, elaboren discursos, movilicen emociones, generen marcos
interpretativos, irrumpan en la escena pública y logren posicionar ese hambre
como inaceptable, evitable y urgente. Es en ese proceso de construcción que
intervienen el poder político, el campo mediático, las organizaciones sociales,
el derecho y la cultura.
En América Latina, este proceso está
profundamente marcado por relaciones coloniales, raciales y de clase que
condicionan qué dolores merecen ser escuchados. La pobreza en los barrios altos
es un drama; en las favelas, es paisaje. El feminicidio en las clases medias
convoca campañas nacionales; el asesinato de una mujer indígena no genera
siquiera una nota de prensa. Este diferencial de reconocimiento es una clave
estructural de la sociología de los problemas públicos en la región.
III. Los Mediadores del Dolor: Intelectuales,
Prensa, Organizaciones y Estado
Los problemas públicos no surgen de forma
espontánea. Requieren mediadores: actores individuales y colectivos que logran
articular una experiencia de injusticia en una narrativa con potencial político.
En este sentido, el papel de los movimientos sociales ha sido crucial en
América Latina. El zapatismo, los feminismos comunitarios, las luchas por el
territorio de los pueblos indígenas y afrodescendientes, las mareas
estudiantiles, las plataformas contra los agrotóxicos: todas estas formas de
acción colectiva han sido laboratorios de producción de problemas públicos
desde abajo.
Pero no todos los mediadores operan con el
mismo horizonte ético. En muchas ocasiones, son los medios de comunicación
tradicionales y las elites políticas quienes definen qué merece la atención
pública, y lo hacen desde marcos ideológicos profundamente conservadores o
neoliberales. Así, se construyen “problemas” que en realidad son mecanismos de
criminalización de la pobreza (como la “inseguridad”), de persecución de la
protesta (como la “alteración del orden público”), o de disciplinamiento moral
(como la “crisis de valores”). Esta arquitectura discursiva no solo silencia
problemas reales, sino que construye problemas falsos para justificar el
control social.
El Estado, por su parte, funciona como un aparato
selectivo. Responde a ciertos problemas, ignora otros, e incluso co-produce el
sufrimiento que luego patologiza o criminaliza. La sociología de los problemas
públicos debe analizar el Estado no como un actor neutral que responde a las
demandas ciudadanas, sino como un dispositivo de poder que jerarquiza vidas,
selecciona dolores y regula su visibilidad y su tratamiento.
IV. Estudios de Caso: Problemas Públicos
Emergentes y Silenciados en América Latina
V. Problemas Públicos vs. Problemas de los
Nadie: ¿Quién Tiene Derecho a la Indignación?
Una de las tesis centrales de este artículo es
que la visibilidad de los problemas públicos en América Latina está mediada por
relaciones de poder coloniales y clasistas que producen una geografía moral del
sufrimiento. Algunas vidas son audibles; otras son ruidos molestos. Algunos
problemas generan indignación; otros generan indiferencia.
Esto nos obliga a repensar la categoría misma
de “problema público” como un campo de disputa, no solo de significados, sino
de derechos epistémicos y políticos. No todo problema público es nombrado por
quienes lo padecen; muchas veces, los problemas de los poderosos son impuestos
como si fueran universales, mientras que los problemas de los marginados son
tratados como “particulares”, “culturales” o “irrelevantes”.
Frente a esta dinámica, la sociología
latinoamericana debe ejercer una tarea doble: desenmascarar los mecanismos de
silenciamiento y amplificar las voces que no tienen cabida en el espacio
institucionalizado de lo público. Se trata de una sociología insurgente que no
describe el mundo tal como lo ordenan las élites, sino que lo interrumpe desde
la experiencia popular.
VI. Hacia una Sociología Crítica y
Descolonizadora de los Problemas Públicos
El campo de los problemas públicos no puede
limitarse a las metodologías clásicas de análisis de agenda, encuadre mediático
o gestión estatal. Requiere una descolonización epistemológica que permita
recuperar otras formas de problematizar, denunciar y visibilizar. Las
comunidades indígenas, los movimientos campesinos, las juventudes urbanas, los
feminismos populares están desarrollando formas propias de hacer público su
dolor, sin pedir permiso a las instituciones.
Esta sociología debe rechazar el paradigma
tecnocrático que convierte todo en cuestión de “eficiencia”, “riesgo” o
“gobernanza”. En su lugar, debe recuperar la dimensión política, moral y
afectiva del sufrimiento social, entendiendo que todo problema público es
también una disputa por la dignidad, por el reconocimiento y por el sentido.
Asimismo, debe asumir que la neutralidad no es
posible. Tomar posición frente a qué vidas importan, qué dolores merecen
atención, qué narrativas se legitiman y cuáles se excluyen, es una tarea
ético-política central del trabajo sociológico.
Conclusión: De la Sociología del Dolor a la
Acción Pública Emancipadora
América Latina no carece de problemas
públicos: lo que falta es una estructura justa de reconocimiento, una
distribución democrática de la indignación, y una voluntad colectiva de transformación.
En un continente donde los cuerpos son desechables, las palabras son vigiladas
y las agendas están cooptadas, la sociología de los problemas públicos debe
asumir un papel radical: ser la voz de los que no tienen voz, el eco de las
luchas silenciadas y el espejo roto de las verdades oficiales.
No basta con describir los problemas. Hay que
encarnarlos, habitarlos, incomodarlos. Solo así, desde una sociología crítica,
insurgente y situada, los problemas públicos dejarán de ser solo objetos de
análisis y se convertirán en vehículos de justicia, dignidad y emancipación
popular.
Palabras clave: problemas
públicos, América Latina, sociología crítica, visibilidad, movimientos
sociales, epistemología del sur, descolonización, poder simbólico, agendas
públicas, violencia estructural.
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